Una de espías y bugs informáticos

Siberia, 1982. Una explosión, con una potencia estimada de tres kilotones (1/4 de la bomba atómica que asolo Hiroshima), es observada por el programa de defensa americano NORAD (encargado de vigilar lanzamientos nucleares para poder dar una respuesta temprana a un ataque nuclear).

Los militares del NORAD estaban perplejos. La explosión se correspondía en potencia con una prueba atómica, sin embargo, los satélites no captaban la radiación electromagnética característica de una explosión atómica. La preocupación inicial de los militares fue calmada rápidamente por la CIA, quien les aseguró rápidamente que no pasaba nada digno de mención y que ignoraran lo ocurrido.

No fue hasta 14 años más tarde, en 1996, cuando se desclasificó información secreta de la CIA sobre el Dossier Farewell que se supo que la explosión fue provocada por un fallo informático, plantado por la CIA adrede en el software de control de un gaseoducto.

En la guerra fría, la URSS y EEUU mantenían una carrera tecnológica encarnizada. No solo en el espacio, sino en muchas otras áreas de la ciencia. La URSS, a pesar de haber cometido varios errores que comprometieron su desarrollo científico, estaba igualando los logros tecnológicos de su rival en poco tiempo. Y es que, lo que a la URSS le faltaba en ciencia, lo complementaba con una compleja red de espionaje científico.


En 1980 un espía de la KGB, Vladimir Vetrov, decidió cambiar bandos y empezó a suministrar a la inteligencia francesa todo tipo de información relacionada con el aparato de espionaje científico del KGB, el directorado T. Los documentos mostraban como los rusos se habían echo con tecnología como el radar, ordenadores, y semiconductores. Vetrov dio también una lista de 250 espías de la KGB y proporcionó una lista de la tecnología que los rusos querían obtener como máxima prioridad (Si, hasta los espías necesitan una lista de la compra)


Entre la información requerida, estaba el software de control de gaseoductos. Que los EEUU se habían negado a vender. Al ver esta información, la CIA decidió dejarse robar el software, eso si, acompañado de un pequeño regalo informático.


Las consecuencias de la explosión fueron nefastas para la URSS. No solo perdieron el gaseoducto, una importante fuente de riqueza, sino que automáticamente toda la tecnología capturada por medios ilegítimos estaba bajo sospecha.

Si bien la explosión no causo daños humanos, la CIA no tenía modo de saber donde el gaseoducto podría reventar. De haber pasado en una zona densamente poblada las consecuencias habrían sido catastróficas. Es por esta y por otras razones que el acto de contraespionaje de la CIA tiene sus detractores.

Incluso este episodio no se libra de su propia teoría de la conspiración y de un giro argumental irónico. Conspiración, porque todo el asunto podría ser un monumental Hoax o engaño y porque el ingeniero que ideo el plan en el lado americano murió en extrañas circunstancias.


Y el giro irónico lo trae el gobierno chino y la rusia actual, que podrían haberles devuelto la pelota.

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